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Siguiendo nuestro estudio en los distintos aspectos que engloban la prevención en salud mental infanto-juvenil, durante 2012 hemos desarrollado la "Guía breve de Educación Emocional para familiares y educadores", encaminado para que uno pueda entender las diferentes inteligencias, la importancia de la educación emocional y de los valores, para así poder percibir mejor el potencial de su hijo mas allá de la parte solamente académica. Al igual que las demás guías, puede ser descargada gratuitamente pinchando sobre la portada.

La identidad

Ser recordado por alguien, que alguien le conozca bien a uno, ser importante para alguien. Que al menos un adulto se conozca la vida de cada niño.

No es raro que un profesional médico, psicólogo, psiquiatra, atienda a un niño de acogida y el informante que le acompaña, que debe contar qué le ocurre al niño, o al menos cómo se comporta, solo conozca los últimos meses de la vida de ese niño. Eso en sí mismo es un drama. El niño no recuerda, los adultos no conocen. El niño no tiene un hilo conductor de su vida, nadie sostiene en la cabeza su biografía.

Una de las características de bastantes niños en acogimiento es la multiplicidad de rupturas biográficas que han tenido. Los niños bajo tutela pública con frecuencia viven vidas discontinuas, y la información sobre ellos se convierte en fragmentada, se pierde; reconstruir huecos, ausencias, omisiones, puede ser una tarea ardua o imposible. Así, la sensación de sí mismo, de su propio valor, de su identidad, es difícil de mantener. Y uno de los factores más importantes para tener un buen pronóstico de vida tras estar sometido a múltiples adversidades vitales es tener un adulto de referencia que tenga presente al niño a lo largo de su vida, que le quiera, que le acompañe, que se preocupe por él, que piense en él. Algunos centros, instituciones, tutores, pueden convertirse poco a poco en ese alguien para quien el niño es importante, el niño como sujeto individual y único. Eso puede ser muy terapéutico. Ese lazo de continuidad, esa persona que el niño introyecta como alguien importante, a quien importa hacerle o no daño, que va a sufrir genuinamente por él, que va a estar ahí con él le vaya como le vaya, es un elemento esencial para que el niño se desarrolle con una mínima confianza en sí mismo y en el mundo. Del lado del niño está que tenga la suficiente capacidad como para no agredir o dañar cualquier posibilidad que tenga de que alguien se vincule a él. Para algunos niños, una experiencia vital en la que se sientan conocidos, respetados, importantes, reconocidos, es una experiencia con un valor incalculable.

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