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La Sociedad Vasco-Navarra de Psiquiatría ofrece consejos y recomendaciones para hacer frente al Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)

Fuente: DOCOR COMUNICACION / Fecha: 9 de septiembre de 2009 / Categoría: Prensa general

Resumen:

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un síndrome conductual de causa poco clara en el que existe una alteración del sistema nervioso central, que se manifiesta mediante un aumento de la actividad, impulsividad y falta de atención. Este trastorno neuropsiquiátrico tiene un importante componente hereditario aunque se conocen otras causas. Problemas prenatales, como una intoxicación a nivel intrauterino (consumo excesivo de tabaco o alcohol durante el embarazo), una meningitis no bien tratada o un traumatismo craneal en un niño pequeño pueden ser algunas de ellas.

Esta patología es, pues, “el nombre que se le da a una serie de comportamientos que tienen algunos niños desde la primera infancia”, explicó Ana González-Pinto, presidenta de la Sociedad Vasco-Navarra de Psiquiatría (SVNP), quien añadió que “estos comportamientos, para ser diagnosticados como trastorno, deben ser lo suficientemente importantes como para que el niño o niña tengan dificultades en el ámbito escolar y familiar”,

Así, este trastorno se caracteriza por alteraciones en la capacidad de atención-concentración, impulsividad e hiperactividad. Es por ello que los niños con TDAH suelen ser desorganizados, tienen dificultad para planificar las tareas, olvidan cosas o las pierden con facilidad, y con frecuencia son inquietos y se levantan en clase, o durante las comidas. Asimismo, “es frecuente que interrumpan las conversaciones, y es habitual que creen problemas en el colegio”, añadió González-Pinto.

En cuanto al impacto epidemiológico, el TDAH es más frecuente en niños que en niñas. Algunos expertos hablan de un 6% de prevalencia en edad escolar, 4% en la adolescencia e incluso una persistencia en la edad adulta cercana al 3%. En cualquier caso, estos datos son bastante variables ya que algunos estudios epidemiológicos apuntan hacia una menor prevalencia (un 2,3% de los niños tendría suficientes síntomas como para ser diagnosticados).

“El tratamiento debe basarse en tres pilares fundamentales: la familia, la escuela y el tratamiento farmacológico”, explicó González-Pinto. “Algunos casos pueden evolucionar bien sin necesidad de medicación, pero en general la medicación ayuda a mejorar inicialmente la situación y permite que se pueda avanzar en el trabajo del colegio y en la mejora de la convivencia familiar” agregó.

En este aspecto, aseguran los expertos que es conveniente que los padres reciban asesoramiento para ayudar a sus hijos a organizar el tiempo. También conviene que el niño disponga de horarios escritos, que se le ayude a organizar el material escolar y que se le permita levantarse de la mesa por periodos cortos. Además es importante que se esté seguro de que el niño ha comprendido lo que se le dice, ya que muchas veces no procesa bien la información.

De igual forma, es adecuado que en el colegio el niño reciba un trato igual al de sus compañeros, es decir, que se le permita repartir las hojas, salir al encerado…No obstante, el niño puede requerir cierta supervisión adicional con respecto a los demás, lo cual puede suponer una sobrecarga para el profesor.

Desde la SVNP aseguran que también suele ser habitual que reciban refuerzo escolar, ya que “al tener menor capacidad de atención, aprenden menos en clase, aún cuando la inteligencia habitualmente es normal”.

La hiperactividad suele mejorar al final de la adolescencia, “pero aproximadamente la mitad sigue teniendo algún trastorno de atención en la vida adulta”. Por esta razón, según Ana González-Pinto, “el niño debe ir adaptándose a sus limitaciones y establecer mecanismos que le permitan llevar una vida normal”.

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